domingo, 11 de marzo de 2012

Opiniones sobre violencia de género
Mariana Merini
Una aproximación criminológica
Lic. Mariani Merini

Hace un tiempo, me reencontré con esta
autora (Elena Larrauri)a y a la luz de lo que
fue surgiendo, en este, nuestro espacio, quise
traer algunos fragmentos de la obra citada,
con agregados y comentarios propios, que por
supuesto están abiertos a intercambio… lo
traigo a propósito de poder pensar algo distinto
al discurso único.
Comienza con una cita de Juan J. Medina,
Violencia contra la mujer en la pareja: "Estos
datos [relativos a la violencia contra la mujer]
resaltan lo peligroso que resulta hacer generalizaciones
sobre el maltrato y que muchos
de los debates en el campo de estudio son
similares a los ciegos del cuento que trataban
de describir un elefante y que no se ponían de
acuerdo porque mientras unos tocaban la trompa,
otros palpaban los colmillos o las patas".
En este primer capítulo, lo que la autora
intenta es recapitular lo que se sabe acerca
de la violencia doméstica, en concreto cuando
esta se comete contra la mujer de la pareja.
Para ello, muestra diversas explicaciones
existentes para intentar esbozar los distintos
discursos que sin ser únicos, han predominado
en España. En su opinión (la cual por cierto
comparto), se ha pasado de una explicación
que atribuía las causas del maltrato a un
hombre enfermo a otra que afirma como causa
única o fundamental de la violencia, la situación
de desigualdad, subordinación o discriminación
de la mujer (con esto dejamos a
un lado la situación de la cultura oriental, que
amerita otro tipo de mirada).
El discurso feminista, al que Larrauri denomina
"feminismo oficial", es el que parece
haber sido incorporado a la Ley de Protección
Integral y el que actualmente resulta dominante
en España (y agrego, aquí en Argentina
también).
El Discurso feminista oficial presenta, al
parecer de la autora, tres características: por
un lado, simplifica excesivamente la violencia
contra la mujer en las relaciones de pareja al
presentar este delito como algo que sucede
"por el hecho de ser mujer", como si la subordinación
de la mujer en la sociedad fuese causa
suficiente para explicar dicha violencia; en un
segundo lugar razona en ocasiones de forma
excesivamente determinista, como si la desigualdad
de género, a la que se atribuye el
carácter de causa fundamental, tuviera capacidad
de alterar por si sola los índices de victimización
de las mujeres ignorando otras desigualdades;
finalmente confía y atribuye al
derecho penal la ingente tarea de alterar esta
desigualdad estructural a la que se ve como
responsable principal de la victimización de
las mujeres.
La autora menciona que esta perspectiva
no ha sido siempre dominante en España y
refiere un recorrido por las diferentes explicaciones.
Lo cierto es que la tesis feminista, hoy
imperante ya no sólo en España atribuye toda
la explicación de la violencia contra la mujer
a la posición de desigualdad estructural en la
que se encuentra la misma. Se ha pasado de
ignorar la variable de género a pretender que
ésta explique todo el problema social que se
está investigando. Esta simplificación de razonamiento
es, desacertada, por una lado porque
impide entender la complejidad del fenómenos
y ello puede dificultar de unas políticas
sociales más efectivas. Por otro lado, la simplicidad
también es desaconsejable, porque es
fácil de rebatir y puede a la larga restar credibilidad
a las teorías feministas.
A esta altura cabe hacer la siguiente aclaración:
no se trata en ningún momento por
parte de la autora socavar la teoría feminista
sino contribuir a su avance.
El discurso de género y su concepción
determinista, recuerdan curiosamente a los
orígenes de la criminología crítica. Igual que
esta última, en su etapa inicial, entendía que
la pobreza era la causa última de toda la delincuencia,
para la perspectiva de género
(siempre me pregunte porque tiene que darse
por sobreentendido que este término género
responde a lo femenino y bien no puede ser
tomado como género humano, o desde esta
perspectiva, género masculino…) lo es la estructura
patriarcal de la sociedad. La criminología
crítica siempre tuvo dificultades en
explicar por qué todos los pobres no delinquen
y el discurso de género, por qué no todas las
mujeres son víctimas.
Un estudio realizado en el 2005 por Strageland,
muestra que en determinados países
donde la situación de igualdad es mayor (por
ejemplo, en países escandinavos), el número
de homicidios es superior al de España.
En opinión de Strageland, si la variable fundamental
fuera la desigualdad, se esperaría
que países con una gran desigualdad, de género
(por ejemplo, países árabes) tuvieran una
mayor tasa de homicidios contra las mujeres
que países caracterizados por altos índices de
violencia (países africanos). Si los datos no
confirman esta hipótesis, entonces es plausible
pensar que los factores que provocan la
violencia general son también los responsables
de la violencia contra la mujer.
Diversos estudios e hipótesis han arrojado
una serie de hipótesis posibles: esto es, la situación
de desigualdad de las mujeres es un
factor relevante para entender las tasas de
violencia ejercidas sobre ellas y una situación
de igualdad parecida a la de los hombres puede
ser también un factor relevante en la explicación
de altas tasas de violencia.
Esto permite una cierta ruptura respecto
de la necesidad de mostrar que la desigualdad
es el único factor, el más relevante, la
cauda última y que a mayor igualdad existirán
menores tasas de violencia hacia la mujer.
Al igual que la autora, con esto no se está
negando que la violencia sobre la mujer en las
relaciones de pareja comparta rasgos de violencia
de género, pero, cuando es notorio como
se traslada el discurso que trata de violaciones
colectivas en una guerra, infanticidios selectivos,
tráfico forzado de niñas y mujeres,
mutilaciones genitales, o muertes por dote, al
discurso de la violencia hacia la mujer pareja,
creo que se ignora el contexto específico y
los rasgos peculiares en que se producen los
ataques contra la mujer en la pareja.
Si vamos al los casos que son frecuentes
como, la retirada de una denuncia, sólo puede
entenderse si comprendemos que entre el
agresor y la mujer hay determinadas relaciones. Asimismo es previsible que si hay agresiones
contra la mujer, exista fuerza contra
los hijos pues es una forma importante de ejercer
el control sobre la mujer.
Admitir distintos tipos de violencia no socava
en absoluto el discurso feminista ( si no
es fundamentalista), dado que se puede mantener
que la forma más grave es aquella que
de forma recurrente pretende controlar y dominar,
que es estadísticamente ejercido por
hombres, sin desconocer que existe cada vez
en mayor número, hombres que padecen esta
situación de sus parejas.
Simplemente y tal vez no tanto, se trata de
sumar y tener mayor plasticidad y tal vez sólo
entonces las intervenciones y políticas sociales
adecuadas puedan ser verdaderamente
efectivas.

Publicado en : Psiquiatría Forense, Sexología y Praxis, año 17, vol. 7, Nº 2, septiembre de 2010

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