sábado, 5 de mayo de 2012

Programa Huellas de Esperanza del Servicio Penitenciario Federal

Un novedoso programa en América Latina, fundamental para el trabajo concreto en lo que respecta a la resocialización y disminución de los indices de violencia.
He aquí el detalle del mismo, implementado en el año 2011.


Internos detenidos en los penales del Servicio Penitenciario Federal estan siendo  capacitados para entrenar perros de asistencia y servicio para discapacitados motrices, visuales y auditivos, merced a la implementación del Programa de Adiestramiento que acordaron ejecutar en conjunto el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, y el titular de la Asociación SOS Vida, el reconocido veterinario Juan Enrique Romero.

“La iniciativa se inscribe en el desarrollo de políticas penitenciarias que ponen el acento en la educación y la capacitación de los condenados para favorecer su reinserción en el medio libre, bajar los índices de reincidencia en el delito y, de esa manera, construir una sociedad más inclusiva y más segura”, señaló Alak, y precisó que, actualmente, estudia el 64% de la población de las cárceles federales y trabaja alrededor del 50% (ver más datos aparte).
“Una vez más el Servicio Penitenciario Federal está a la vanguardia en América Latina, en este caso con el desarrollo de un nuevo e inédito instrumento de reinserción socio laboral del interno”, afirmó el ministro.

El programa fue elaborado por un equipo de trabajo conformado por la Dirección Principal de Trato y Tratamiento y la Colonia Penal de Ezeiza (Unidad 19) y, según Alak, “los objetivos generales son disminuir los índices de violencia, concretar participación social y solidaria de los internos, maximizar la preponderancia de sentimientos positivos en los internos y generar acciones de relevancia social”.

La iniciativa reconoce su origen en el Programa “Dog Prision Program” creado y liderado por la monja Pauline Quinn, que fuera implementado con éxito en los Estados Unidos y diferentes países europeos. “Los esperan cosas buenas para cuando salgan de prisión. Con fe siempre se logra lo que uno se propone”, las palabras dirigidas a presos corresponden a Pauline Quinn, la monja que desde 1981 dirige el Dog Prison System, el plan más importante de rehabilitación carcelaria en Estados Unidos. De visita en Argentina, la ideóloga del método es dueña de una historia de vida impactante -nacida en 1942 en Santa Monica, vivió en la calle, fue torturada y violada siendo muy joven-. Participó de la presentación del Programa Huellas de Esperanza del Servicio Penitenciario Federal, que prevé el rescate de perros que provengan de la red de refugios de Adopción Pedigree.


CAPACITACIÓN PARA LA REINSERCIÓN
El ministro Alak consideró que “el convenio con la Asociación SOS VIDA es un nuevo paso en la implementación y profundización de políticas penitenciarias que ponen el acento en la educación y la capacitación de los condenados para favorecer su reinserción en el medio libre, bajar los índices de reincidencia en el delito y, de esa manea, construir una sociedad más inclusiva y más segura”, señaló Alak.

En ese sentido, el ministro precisó que, actualmente, estudia el 64% de la población de las cárceles federales y trabaja alrededor del 50%, en tanto que desde 2003 la tasa de internos que accedió a algún nivel de estudios aumentó un 76%. Mientras que a comienzos de ese año, de un total de 8.780 internos estudiaban 3.513, en 2010, de un total de 9.569 detenidos, la cantidad de estudiantes ascendió a 6.194.

“Este tipo de programas —agregó Alak— resulta fundamental no solo para los internos y las internas, que reciben formación valiosísima para su reinserción en el medio libre, sino para la sociedad en su conjunto”.

En ese sentido, el funcionario precisó que “en Argentina, más del 25 por ciento de las sentencias condenatorias actuales se corresponde con casos de reincidencia”, por lo que “políticas como éstas son relevantes en virtud de que favorecen la reinserción familiar y social de los condenados a partir del empleo, la educación y la capacitación laboral”.

“La educación y la capacitación laboral son pilares centrales del nuevo paradigma de tratamiento de las personas privadas de su libertad, porque apuntan a que tengan, al egresar del sistema penitenciario, más y mejores oportunidades de reinsertarse en la sociedad”, abundó el ministro, y enfatizó: “La educación y la capacitación son, entonces, políticas fundamentales que debemos profundizar para reducir la reincidencia en el delito”.

No obstante, advirtió que “ninguna estrategia tendiente a brindar conocimientos a los internos podría tener éxito sin condiciones de alojamiento que promuevan su desarrollo integral”.

En ese sentido, recordó que “el Servicio Penitenciario Federal superó hace ya dos años el histórico problema de la sobrepoblación carcelaria”. Y agregó: “Seguimos avanzando en ese camino, porque, con una inversión de casi mil millones de pesos, el Programa Nacional de Infraestructura carcelaria está incorporando 3.200 nuevas plazas en cuatro establecimientos modelo”.

Cabe recordar, en ese terreno, que el mes pasado el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos firmó el contrato de adjudicación de la obra de construcción del Centro Penitenciario Federal de Cuyo, un complejo carcelario modelo de 536 plazas de alojamiento que será levantado a 35 de la capital mendocina, en base a una concepción de vanguardia en materia de tratamiento de las personas privadas de su libertad.

El nuevo complejo penitenciario de Cuyo es un ejemplo de ello, porque contará con espacios especialmente concebidos para el desarrollo de programas educativos y laborales que les garantizarán a los internos la posibilidad de destinar 10 horas diarias a actividades positivas, con la formación como eje central.

“En materia carcelaria, los cambios estructurales y cualitativos que el Gobierno introdujo desde 2003 en el Servicio Penitenciario Federal configuran el programa de reforma más ambicioso de los últimos sesenta años”, remarcó Alak.

"Quitar el estigma." Esa cualidad es la que resaltó el médico veterinario Juan Enrique Romero entre los beneficios del programa "Huellas de Esperanza".
La fundación SOS Vida, que conduce el propio Romero, es otra de las instituciones que apoya la iniciativa educativa de adiestramiento canino en cárceles. Las otras son más de 70 refugios que integran el programa de adopción de la empresa. De ahí surgirán los ejemplares para la continuidad del programa en el Instituto Correccional Abierto de General Pico, La Pampa (Unidad 25); el Centro Federal de Detención de Mujeres (Unidad 31), de Ezeiza y el Complejo Penitenciario Federal II, de Marcos Paz. Además, se evalúa repetir el programa en centros de rehabilitación para adictos y en geriátricos.
El programa fue creado en 1981 por la religiosa Pauline Quinn, de la orden de predicadores. Quinn, de 68 años, nació en un hogar violento y vivió en numerosos hogares para niños. Fue abusada sexualmente, producto de ello, quedó embarazada y entregó su bebé en adopción. "Mis cosas empezaron a mejorar cuando conocí a una asistente social, aun viviendo en la calle. Me dieron un perro que tenía mucha presencia y eso reconstruyó mi autoestima porque ya no tenía miedo de que la gente me lastimara: mucha gente cruzaba la calle cuando me veía y con mi tercer ovejero alemán, la gente cerraba sus puertas cuando yo pasaba. Los perros me ayudaron a estimarme a mí misma", reconoció la monja a Tiempo Argentino.
El objetivo del programa es "descentralizar a los internos de su propia problemática y devolver un servicio a la sociedad. Al mismo tiempo, se siente aceptado por el perro porque este no conoce acerca del delito que cometió y eso reconstruye su autoestima", enfatizó Quinn y resumió: "Todos necesitamos un porqué en nuestras vidas y el programa los ayuda a encontrar un propósito en su vida."
Para las pruebas piloto realizadas en la Colonia Penal 19 se seleccionaron tres procesados. La primera convocatoria es voluntaria; luego, los internos atraviesan un período de clasificación dado que la tarea requiere paciencia, tolerancia, persuasión y, por sobre todas las cosas, un profundo amor por los animales. Para el proceso de entrenamiento, el SPF adecuó las denominadas "casas de medio camino" (para presos que ya tienen salidas transitorias) con comederos, cuchas, percheros y otros objetos útiles para convivir con un animal. No obstante, los psicólogos garantizan que el recluso no teja lazos afectivos con el animal dado que, una vez concluido el proceso educativo, será entregado a una persona con discapacidad. La titularidad de los"Quitar el estigma." Esa cualidad es la que resaltó el médico veterinario Juan Enrique Romero entre los beneficios del programa "Huellas de Esperanza".
La fundación SOS Vida, que conduce el propio Romero, es otra de las instituciones que apoya la iniciativa educativa de adiestramiento canino en cárceles. Las otras son más de 70 refugios que integran el programa de adopción de la empresa. De ahí surgirán los ejemplares para la continuidad del programa en el Instituto Correccional Abierto de General Pico, La Pampa (Unidad 25); el Centro Federal de Detención de Mujeres (Unidad 31), de Ezeiza y el Complejo Penitenciario Federal II, de Marcos Paz. Además, se evalúa repetir el programa en centros de rehabilitación para adictos y en geriátricos.
El programa fue creado en 1981 por la religiosa Pauline Quinn, de la orden de predicadores. Quinn, de 68 años, nació en un hogar violento y vivió en numerosos hogares para niños. Fue abusada sexualmente, producto de ello, quedó embarazada y entregó su bebé en adopción. "Mis cosas empezaron a mejorar cuando conocí a una asistente social, aun viviendo en la calle. Me dieron un perro que tenía mucha presencia y eso reconstruyó mi autoestima porque ya no tenía miedo de que la gente me lastimara: mucha gente cruzaba la calle cuando me veía y con mi tercer ovejero alemán, la gente cerraba sus puertas cuando yo pasaba. Los perros me ayudaron a estimarme a mí misma", reconoció la monja a Tiempo Argentino.
El objetivo del programa es "descentralizar a los internos de su propia problemática y devolver un servicio a la sociedad. Al mismo tiempo, se siente aceptado por el perro porque este no conoce acerca del delito que cometió y eso reconstruye su autoestima", enfatizó Quinn y resumió: "Todos necesitamos un porqué en nuestras vidas y el programa los ayuda a encontrar un propósito en su vida."
Para las pruebas piloto realizadas en la Colonia Penal 19 se seleccionaron tres procesados. La primera convocatoria es voluntaria; luego, los internos atraviesan un período de clasificación dado que la tarea requiere paciencia, tolerancia, persuasión y, por sobre todas las cosas, un profundo amor por los animales. Para el proceso de entrenamiento, el SPF adecuó las denominadas "casas de medio camino" (para presos que ya tienen salidas transitorias) con comederos, cuchas, percheros y otros objetos útiles para convivir con un animal. No obstante, los psicólogos garantizan que el recluso no teja lazos afectivos con el animal dado que, una vez concluido el proceso educativo, será entregado a una persona con discapacidad. La titularidad de los animales la posee el SPF y este los entrega en comodato.
Los canes aprenden a abrir y cerrar cajones y puertas, levantar cosas del suelo y sacar una chaqueta, entre otras cosas. Además, son especímenes que no ladran, ni muerden. "Están preparados para pasar desapercibidos", explicó Romero a Tiempo. "Los reclusos, anclados en el afecto del animal, se anclan con los mejores sentimientos que el ser humano tiene. Además, reduce los episodios de violencia dentro del penal", agregó el veterinario.
"Quitar el estigma." Quinn, Romero y los presentes elogiaron la firma del Decreto 1088, que establece la tenencia responsable y la sanidad de perros y gatos. Sin embargo, reclamaron una ley que facilite el acceso a lugares públicos de perros de asistencia y servicio y políticas públicas educativas para concientizar acerca de la tenencia responsable de animales de compañía animales la posee el SPF y este los entrega en comodato.
Los canes aprenden a abrir y cerrar cajones y puertas, levantar cosas del suelo y sacar una chaqueta, entre otras cosas. Además, son especímenes que no ladran, ni muerden. "Están preparados para pasar desapercibidos", explicó Romero a Tiempo. "Los reclusos, anclados en el afecto del animal, se anclan con los mejores sentimientos que el ser humano tiene. Además, reduce los episodios de violencia dentro del penal", agregó el veterinario.



Fuentes: datos del Ministerio de Justicia, Seguridad y DD.HH- Abril de 2011

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